Sobre el calentamiento global.


Las previsiones sobre el cambio climático son espeluznantes pero a nadie le importa, a los países más importantes no les interesa llevar la voz cantante en un tema como las energías renovables cuando dependen de los carburantes como si del agua se tratara.


Algunos hasta rehuyen de aceptar que el calentamiento global se deba una utilización excesiva y errónea de los recursos naturales, en especial los carburantes, por parte del ser humano. Trump, sin ir más lejos, el presidente del país más poderoso del mundo, (también el más contaminante), se jacta de asegurar que el calentamiento global no es cosa del ser humano, y así lo ha ratificado poniendo como nuevo responsable de la cartera de medioambiente a un "negacionista". En España, por otra parte, se han estancado las inversiones desde 2014 en el sector de las industrias renovables.


Otra de las contradicciones que plantea este tema es ver cómo está afectando ya al ser humano el calentamiento global. Y es curioso ver cómo la población pobre de las zonas con menor desarrollo están siendo las más afectadas por las evidencias que hasta ahora se dan de este fenómeno. Un problema creado por los países ricos, para abastecerlos y permitirles vivir en su burbuja, afecta a los pobres agricultores de África que todavía cultivaban las hortalizas con métodos tradicionales. La globalización, amigos, en su máxima y más estúpida expresión. Los que menos lo merecen pagan las consecuencias de la irresponsabilidad y el exceso de los países en los que reina el desperdicio y la idiotez.


El calentamiento global, sinónimo de lo que hoy conocemos como cambio climático, está producido en sólo alrededor de un 45% por lo que conocemos como el CO2, resultante de la combustión de carburantes. Además de este, al calentamiento contribuye el metano, un gas con una potencia calorífica 86 veces mayor a la del CO2, que contribuye con un porcentaje del 25% al calentamiento global. Este es producido por el propio calentamiento global y por la expansión masiva de las reses, ya que las vacas y otros animales de ganadería producen este gas durante su digestión.


Así, con una decisión política débil enmarcada en la mera politización de este fenómeno pero anclada todavía en la inactividad, las previsiones futuras, sobretodo a largo plazo, no son esperanzadoras.



 Daniel Alonso Viña

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Algún lugar perdido. C/ Desierta y helada.
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